Una nieve suave pero copiosa ha caído durante las primeras horas al amanecer de la mañana del 3 de febrero, cubriendo los almendros de una fina capa de nieve, dejando un manto blanco en el campo digno de admirar y vivir.
Es una estampa que te traslada a otro mundo. Caminando despacio entre los almendros, pisando con suavidad la nieve, respirando profundamente la pureza del aire; miras y miras y no te cansas de mirar el manto blanco que cubre la inmensidad del campo, envuelto en un mundo de tranquilidad donde los pajaros revolotean buscando su comida, las nubes se desplazan lentamente, solo se oye a lo lejos el cántico tempranero de un gallo y en el lejano horizonte entre las ramas de los arboles envueltas de nieve se divisa como se levanta despacio, lentamente el humo blanco de una chimenea del pequeño pueblo de casas de adobe. Parece que el tiempo se ha parado, el frió no se siente y el aire puro al respirarlo da una sensacion de alivio como si los problemas de esta sociedad les hubiese enterrado la nieve.
Los almendros con las yemas ya marcadas se han dado un baño de la pura nieve helada, lavandose de las posibles impurezas y vistiendose de blanco simbolo de puereza y virginidad de la naturaleza.
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